Por Diego Manrique en El País de 27 de diciembre de 2008
Alexandra Burke convierte 'Hallelujah' en canción de la Navidad en el Reino Unido
Es otra de las peculiaridades de la sociedad británica: cada año se genera gran expectación por saber cual será la canción triunfadora en Navidades. Incluso, se puede entrar en juego en las casas de apuestas. Este año, sin embargo, no había dudas. Tenía ventaja Alexandra Burke, una concursante de The X factor que ha embobado a buena parte del Reino Unido.
Y así ha sido. Su versión de Hallelujah, la canción de Leonard Cohen, ocupa el puesto máximo de las listas: en el día de salida, el tema superó las 100.000 descargas legales. Algo más extraordinario: en el número dos aparece la misma canción, pero en la desnuda versión de Jeff Buckley. No ocurría algo similar desde 1957.
En este caso, la iniciativa partió de melómanos que detestan los concursos televisivos. Empeñados en evitar que la Burke llegara al número uno, se conjuraron para comprar la más venerada recreación de Hallelujah, la de Jeff Buckley. De rebote, la campaña ha logrado que vuelva a venderse la interpretación original de Cohen. Éste ya había visto algo parecido en Estados Unidos meses antes en el programa American idol.
Leonard, cuya música no es habitual en las listas de éxito, habrá brindado con su vino favorito: expertos de la industria calculan que un fenómeno tipo The X factor puede proporcionarle un millón de libras esterlinas. Bonito regalo de Navidad para un judío budista que, a los 74 años, se vio obligado a volver a los escenarios tras descubrirse saqueado por una representante codiciosa.
Y una merecida recompensa por un parto difícil. Cohen ha contado que Hallelujah le obsesionó durante dos años. Hubo momentos en que pensó que nunca podría acabarla. De hecho, la letra original ocupa varios folios y sólo se ha cantado una fracción. Él mismo la ha grabado con notables variaciones: la estrenó en 1984, en el disco Various positions. También le dio otras satisfacciones personales: Bob Dylan se quedó impresionado con ella y la incorporó a su repertorio.
Oficialmente, se han registrado unas 200 versiones. En España, está la robusta adaptación de Enrique Morente con Lagartija Nick. John Cale, ex Velvet Underground, intuyó sus posibilidades y, tras recomponer el texto a capricho, se sentó al piano y realizó una versión visceral en 1991. Muchos han seguido sus pautas, aunque Hallelujah entró en otra dimensión con Jeff Buckley (1994), que acentuó su carga erótica.
Para Cohen, su popularidad obedece a que "tiene un buen estribillo". Y, cabe añadir, un aire litúrgico que obliga a prestar atención a los versos. Con sus referencias al Rey David, Betsabé y otros seres bíblicos, puede entenderse como una indagación sobre la fe y el pecado. Así lo consideran muchos rabinos e incluso la emisora del ejército de Israel, donde se programa cada sábado.
En realidad, Hallelujah crea su propio espacio, una zona de solemnidad y recogimiento: aparece en series televisivas y en películas como Shrek o Basquiat. También se usa en la cobertura informativa de tragedias o para despedir a personajes queridos. Ofrece respuestas a los misterios de la vida y la muerte.
Alexandra Burke convierte 'Hallelujah' en canción de la Navidad en el Reino Unido
Es otra de las peculiaridades de la sociedad británica: cada año se genera gran expectación por saber cual será la canción triunfadora en Navidades. Incluso, se puede entrar en juego en las casas de apuestas. Este año, sin embargo, no había dudas. Tenía ventaja Alexandra Burke, una concursante de The X factor que ha embobado a buena parte del Reino Unido.
Y así ha sido. Su versión de Hallelujah, la canción de Leonard Cohen, ocupa el puesto máximo de las listas: en el día de salida, el tema superó las 100.000 descargas legales. Algo más extraordinario: en el número dos aparece la misma canción, pero en la desnuda versión de Jeff Buckley. No ocurría algo similar desde 1957.
En este caso, la iniciativa partió de melómanos que detestan los concursos televisivos. Empeñados en evitar que la Burke llegara al número uno, se conjuraron para comprar la más venerada recreación de Hallelujah, la de Jeff Buckley. De rebote, la campaña ha logrado que vuelva a venderse la interpretación original de Cohen. Éste ya había visto algo parecido en Estados Unidos meses antes en el programa American idol.
Leonard, cuya música no es habitual en las listas de éxito, habrá brindado con su vino favorito: expertos de la industria calculan que un fenómeno tipo The X factor puede proporcionarle un millón de libras esterlinas. Bonito regalo de Navidad para un judío budista que, a los 74 años, se vio obligado a volver a los escenarios tras descubrirse saqueado por una representante codiciosa.
Y una merecida recompensa por un parto difícil. Cohen ha contado que Hallelujah le obsesionó durante dos años. Hubo momentos en que pensó que nunca podría acabarla. De hecho, la letra original ocupa varios folios y sólo se ha cantado una fracción. Él mismo la ha grabado con notables variaciones: la estrenó en 1984, en el disco Various positions. También le dio otras satisfacciones personales: Bob Dylan se quedó impresionado con ella y la incorporó a su repertorio.
Oficialmente, se han registrado unas 200 versiones. En España, está la robusta adaptación de Enrique Morente con Lagartija Nick. John Cale, ex Velvet Underground, intuyó sus posibilidades y, tras recomponer el texto a capricho, se sentó al piano y realizó una versión visceral en 1991. Muchos han seguido sus pautas, aunque Hallelujah entró en otra dimensión con Jeff Buckley (1994), que acentuó su carga erótica.
Para Cohen, su popularidad obedece a que "tiene un buen estribillo". Y, cabe añadir, un aire litúrgico que obliga a prestar atención a los versos. Con sus referencias al Rey David, Betsabé y otros seres bíblicos, puede entenderse como una indagación sobre la fe y el pecado. Así lo consideran muchos rabinos e incluso la emisora del ejército de Israel, donde se programa cada sábado.
En realidad, Hallelujah crea su propio espacio, una zona de solemnidad y recogimiento: aparece en series televisivas y en películas como Shrek o Basquiat. También se usa en la cobertura informativa de tragedias o para despedir a personajes queridos. Ofrece respuestas a los misterios de la vida y la muerte.