Por Luis del Pino en El Mundo
En un caso de tráfico de droga, ¿podría admitirse como prueba una mochila llena de hachís que hubiera aparecido en una comisaría, pero a la que nadie hubiera visto en la casa de los acusados? ¿Y una papelina de heroína encontrada también en comisaría, entre las ropas de un acusado, pero la cual no hubiera sido detectada por los perros que revisaron las ropas unas horas antes?
O imaginemos, por ejemplo, un asesinato por arma de fuego. Imaginemos que la Policía dice que se utilizó una pistola del calibre 22, simplemente porque al acusado se le encontró una pistola de ese calibre. Imaginemos que los abogados solicitan al juez instructor que se extraiga la bala de la víctima, para verificar su calibre, y que el juez instructor deniega esa solicitud. Imaginemos que, al llegar el juicio, el tribunal ordena que se compruebe el calibre de la bala. Imaginemos que entonces nos enteramos de que la víctima fue incinerada 48 horas después de su muerte, sin extraer la bala previamente. Imaginemos que, sin embargo, los desgarros en la ropa de la víctima sugieren que no se utilizó una bala calibre 22. Imaginemos que los peritos policiales achacan entonces esos desgarros a algún enganchón que las ropas sufrieran mientras estaban bajo custodia. ¿Podría darse por bueno, en ese juicio por asesinato, que la bala utilizada era del calibre 22? Evidentemente, no.
Pues eso es lo que, sin embargo, la Fiscalía ha pretendido hacer en el 11-M, sosteniendo que en los trenes se utilizó Goma 2 ECO porque fuera de los trenes se encontró Goma 2 ECO. Eso es lo que sucedió durante la causa: que el juez Del Olmo rechazó todas las peticiones que se le hicieron para determinar el tipo de explosivo usado en los trenes.
Eso es lo que sucedió en el juicio: que, cuando el tribunal ordenó que se repitieran los análisis, nos enteramos de que los trenes habían sido desguazados y las pertenencias de las víctimas habían sido incineradas. En las pocas muestras conservadas aparecieron restos de sustancias incompatibles con la Goma 2 ECO, pero entonces los peritos oficiales achacaron la aparición de esas sustancias a una contaminación producida durante la custodia de las muestras... ¿Puede darse por bueno, en esas condiciones, que las bombas del 11-M eran de Goma 2 ECO? Evidentemente, no.
¿Qué espero yo de la sentencia? Pues algo muy simple: que esté de acuerdo con el sentido común. Y que abra la puerta para investigar por qué se ha construido una versión oficial sobre tantas mentiras.
(Pues que espere sentado este individuo y todos sus compañeros de viaje, porque lo llevan bastante crudo...)
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