Por Florencio Domínguez en El Correo de 10 de enero de 2008
La desarticulación del comando etarra formado por varios vecinos de la localidad navarra de Lesaka supone un golpe importante para la organización terrorista tanto por la antigüedad de la célula, que había sido constituida en 2001, como por el hecho de que sea la autora material del atentado del 30 de diciembre de 2006, que puso fin a un periodo de tres años y medio sin asesinatos y echó por tierra las esperanzas que el Gobierno había puesto en el diálogo con ETA.
La caída de este grupo supone culminar otra operación que se llevó a cabo el 1 de septiembre del pasado año en Francia gracias a las investigaciones desarrolladas por los servicios de información galos en colaboración con la Guardia Civil. Aquel día se descubrió una casa donde ETA fabricaba explosivos y montaba coches bomba, que luego eran enviados a España para cometer atentados. Se cree que de aquella 'factoría' salieron el coche bomba de la T-4 y el que iba a utilizarse en Castellón el pasado mes de agosto.
La operación permitió detener entonces a uno de los lugartenientes de 'Txeroki', al jefe de los artificieros de ETA y a varios etarras más sospechosos de integrar una célula que había realizado en Francia los secuestros de cuatro personas para apoderarse de las furgonetas utilizadas en los dos atentados mencionados. Entonces, quedó pendiente de aclarar la 'pata española' de la trama de Cahors: identificar y detener al comando etarra que recogía los vehículos preparados en Francia y los utilizaba para atentar. Desde ayer esa incógnita ha quedado resuelta y la operación policial ha sido culminada.
La caída de Cahors tuvo una gran importancia en los intentos de la banda de hacer efectiva la ruptura de la tregua: en los tres meses que van desde que el 5 de junio anunció que volvía al terrorismo hasta el 1 de septiembre, la banda intentó llevar a cabo cinco atentados con coche bomba de los que sólo consumó uno. Con posterioridad a esa fecha sólo se ha registrado un atentado de este tipo que, además, falló al no funcionar el artefacto.
En los tres meses previos al 1 de septiembre, el explosivo utilizado por ETA en las bombas elaboradas o el entregado a los comandos para que lo utilizaran ascendió a unos 540 kilos, cifra que se duplica si a ella se le añaden los 400 kilos que fueron intervenidos en la casa de Cahors. En los cuatro meses posteriores hasta fin de año, sin embargo, la banda sólo ha utilizado 87 kilos.
Al efecto demoledor que tuvo aquella operación se le suma ahora la desarticulación del brazo ejecutor de los atentados que preparaba la trama etarra de Cahors. Se trataba de un comando reservado por los jefes de ETA para las operaciones más importantes. Al margen de ese grupo, durante el pasado año la banda sólo ha tenido una estructura de cierta eficacia en Vizcaya que todavía no ha sido desmantelada, aunque hayan sido identificados por la Ertzaintza dos de los 'liberados' que la integran.
En los siete primeros meses de 2000, tras la ruptura de la tregua del año anterior, ETA cometió siete asesinatos, mientras que en el mismo periodo tras la ruptura de la última tregua la banda ha perpetrado sólo dos crímenes. La diferencia de actividad entre los dos periodos es un dato revelador de la menor capacidad terrorista de la banda.
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