Por Fernando Savater en la página web de ¡Basta ya!
Ignoro hasta qué punto los lemas electorales de cada uno de los partidos influyen a la hora de votar en la decisión de los ciudadanos. Supongo que no mucho, ni para bien ni para mal lo cual es en general una suerte, porque no suelen alcanzar cotas demasiado altas como aforismos políticos. Pero a veces, pasados los comicios y con cierta perspectiva, merece la pena volver sobre ellos y aplicarles una mirada casi psicoanalítica, porque revelan a menudo con innegable claridad lo que pasa por el inconsciente colectivo de las distintas formaciones, más allá de lo que explícitamente se sugiere en cada fórmula.
Por ejemplo, el lema del PNV ('Yo vivo en Euskadi; y tú ¿dónde vives?') habría dado mucho juego al doctor Freud, de haberlo escuchado en su diván vienés. Porque descubre paladinamente la persistencia del viejo prejuicio sabiniano del 'de fuera vendrán y de casa te echarán'. Una mentalidad de propietario acosado que no logra comprender que nadie tiene el monopolio de la 'verdadera' ciudadanía en comunidades que ya no se legitiman por la mera pertenencia sino por la participación democrática. Es cierto que el PNV ha sufrido un revolcón electoral, pero ello se debe precisamente a su éxito social y no a la frustración de sus demandas. Si sus actuales dirigentes fuesen lúcidos al respecto -como lo era Josu Jon Imaz- deberían comprender que ya han conseguido a lo largo de las últimas décadas todo lo que buenamente pueden esperar dentro de un Estado pluralista. Desbordar ahora sus demandas hacia perspectivas próximas al radicalismo (como pretende el llamado plan Ibarretxe y amenaza la consulta aún pendiente en la que ya casi nadie cree) no puede aumentar ni consolidar su hegemonía, sino comprometerla y empujar hacia un conflicto civil irresoluble. Supongo que tal es el sentido del serio aviso que han recibido de los ciudadanos. A partir de ahora, sería cuerdo que aprendiesen a distinguir entre sus proyectos políticos (lícitos mientras se atengan al orden constitucional pero discutibles y no siempre compartidos por la mayoría) y unos derechos irrenunciables sin cuyo reconocimiento no podría haber 'normalización' democrática en este país.
El otro lema digno de ser psicoanalizado es el del PSE: 'No es lo mismo'. Evidentemente, se refieren sin nombrarlo al PP para distanciarse de él ante los votantes del terruño: por muy constitucionalistas que nos consideréis, aunque no seamos nacionalistas (sólo vasquistas, que es algo así como el nacionalismo del tímido), que no nos vayan a confundir con esos españolistas retrógrados. Por supuesto, el PSE y el PP no son lo mismo en gran parte de sus propuestas, ni tienen por qué serlo. Se trata de formaciones diferentes y, aunque los conceptos de izquierda y derecha estén bastante devaluados, todavía sirven taxonómicamente para algo. Pero lo malo del lema es que parece referirse al PP como si fuera un enemigo semejante al que representa ANV o la propia ETA: no somos semejantes ni a unos ni a otros aunque hagamos más esfuerzos por entendernos con unos que con otros. Los bochornosos sucesos ocurridos en Arrasate cuando llegaron al velatorio de Isaías Carrasco Rajoy y María San Gil apuntan en esa dirección. Parece mentira que socialistas que padecieron algo semejante en el velatorio de Fernando Buesa por parte de los nacionalistas hayan podido cometer semejante indignidad. Que en el entierro de un asesinado por ETA (lo fue cobardemente, pero no insistamos ridículamente en ello: si le hubieran matado 'heroicamente', el crimen habría sido lo mismo de execrable) se reciba mejor a la gente de Ezker Batua, cómplices políticos en el Ayuntamiento de ANV y contrarios a 'ilegalizar las ideas' de aquéllos cuya idea es matar a los adversarios, que a gente como María San Gil, demuestra una pérdida de sentido moral notable por parte de los muy votados socialistas. Se resentían de antiguas ofensas, pero no fueron tan quisquillosos cuando se reunieron con Otegi y compañía, que también les habían dedicado numerosos calificativos poco halagadores en el pasado.
No tengo inconveniente en reconocer que, incluso algunos de quienes tienen tan poca simpatía como yo por la actual directiva del PSE (menos lo creo imposible), hemos celebrado los resultados electorales que certifican el declive nacionalista. Ahora sería excelente un punto de acuerdo entre socialistas y populares en lo tocante a la recuperación de las atribuciones del Estado de Derecho español en el País Vasco. Porque, por mucho que les moleste reconocerlo, para ETA -que es la que más cuenta en este caso- los socialistas y los populares (o cualquier otro de los que no apoyan su pretensiones) sí son lo mismo. El asesinato alevoso de Isaías Carrasco lo demuestra sin lugar a dudas. ETA asesina al trabajador humilde y al empresario, al socialista y al popular, al inmigrante y al guardia civil: y su brazo político guarda la misma neutralidad ante todos estos crímenes, fruto del conflicto político. Por lo cual, quien tenga un mínimo de decencia o al menos de cordura política debe considerarse 'lo mismo' a este respecto que el resto de los amenazados y no gritar '¿asesinos!' más que a quienes lo son. Que por cierto y por desgracia no faltan precisamente entre nosotros, los vascos.
viernes, 14 de marzo de 2008
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